La confianza, nuestro enemigo.

Cuando somos novatos estamos pendientes de lo que nuestros superiores o gente más antigua en el departamento nos diga. En la academia sólo nos indican lo que hay que hacer por teoría y básicamente una que otra práctica controlada. Pero al pasar el tiempo llegamos a tal punto que hacemos nuestro trabajo casi mecánicamente y con tal confianza que ya ni lo pensamos. Ese es un peligro latente en nuestro trabajo como bombero, ya que descuidamos cosas básicas como al levantar una escalera mirar hacia arriba buscando los cables; como enrollar el hidrante con la manguera de abastecimiento para que la unidad avance; como no usar el equipo de respiración autónoma (SCBA) haciendo salvataje o recuperación de bienes. Todos esos factores son primordiales de tener en cuenta ya que un descuido mínimo podría ser fatal en el momento o en años venideros.

En el año 2001 estaba extricando un matrimonio de un microbús. La labor tomó cerca de 2 horas en realizarse. El esposo, que iba de pasajero en el asiento delantero, salió primero y yo trabajé en extricar a la señora que iba conduciendo.  Ella tenía las piernas atrapadas entre la consola y el asiento. Con los años de experiencia en  extricación y en labor de rescate, para mí no era nada nuevo hacer ese tipo de trabajo.  Usar el equipo de extricación era una tarea fácil y prácticamente cotidiana.  Estaba acostumbrado a usar los expansores y las quijadas. Esta labor era típica y normal para mí y para mi grupo de trabajo. Al terminar de trabajar, habiendo extraído y estabilizado a las dos personas, le hice una señal a mi compañero de labor, quien estaba a cargo de manejar el flujo hidráulico. Le di la señal que cortara el sistema que ya habíamos terminado de trabajar y el asintió con el dedo pulgar, dándome a entender que ya lo había cortado. Yo agarré las quijadas desde la punta  y del mando de control ésta se cerró, haciendo que dos de mis dedos se quedaran atrapados dentro de la máquina. Sintiendo como si se trituraban mis dedos, en la ofuscación y el dolor no recordaba en qué dirección se abrían o se cerraban las quijadas. Fui transportado al hospital inmediatamente con fracturas en los falanges. Este accidente me pasó por confiar en una señal dada por un compañero novato y por no confirmar lo que creía haberse hecho. La adrenalina en estos casos que corre por nuestro sistema hace que ciertas cosas se nos puedan olvidar o pasar por alto. Hace que nos creamos infalibles. Hace que tengamos visión de túnel. Es por eso que este tipo de situaciones, por muy pequeñas que sean, debe ser manejado por alguien designado a seguridad y con un mando de incidente. De esta manera cerramos más el margen de error o  minimizamos este tipo de accidentes.
Debemos tener muy en cuenta que estar seguro de algo es más peligroso que dudar. En la academia ponen mucho énfasis en que la seguridad es lo primero. Tengamos eso presente por el resto de nuestra vida bomberil; así podremos salir librados de muchos contratiempos innecesarios.

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